Janio
Comencé mi experiencia en «San Miguel Arcángel» en 1999 cuando tenía 5 años. La vida no ha sido fácil. Nuestros ingresos eran casi nulos y mi madre y mi padre eran alcohólicos. A los niños nos dejaban solos todos los días. Un día mi madre se fue de casa dejándonos a mí y a mi hermana. Nos dejó con mi padre para que nos cuidara. Sin embargo, mi padre no podía cuidarnos ni trabajar, así que decidió poner a mi hermana en un internado y me llevó a «San Miguel Arcángel», donde me recibieron con amor.
Ya el día que llegué me sentí como en casa porque todos se pusieron manos a la obra para cuidarme, recuerdo que el primer día conocí a Marco Roberto, fundador de la obra de «San Miguel Arcángel». Había una foto pegada en la pared con la imagen de Jesucristo y le pregunté si era su foto. Me recibió y sonriendo me dijo quién era Jesucristo, desde ese momento fui creciendo y aprendiendo muchas cosas increíbles como el taller musical y la artesanía y así, día tras día, mi vida, que estuvo marcada por el sufrimiento, poco a poco él estaba lleno de amor.
Tuve un gran maestro que me enseñó a valorar las pequeñas cosas y que nos enseñó los valores humanos que ahora llevo conmigo donde quiera que vaya. En 2010 me tocó despedirme de la misión de empezar como aprendiz junior en una empresa donde fui contratado. Continué mis estudios y me di cuenta de que era un hombre responsable y que estaba preparado para afrontar el mundo. Años más tarde regresé a «San Miguel Arcángel» para trabajar como educadora y tuve la oportunidad de cambiar la vida de otros niños.
Luego el destino me llevó a otros lugares y hoy trabajo en un gran frigorífico de pollos, me casé y tengo un hijo de 4 años que se llama David Luiz. Estoy muy feliz con todo lo que ha pasado en mi vida y hoy veo que fue con la ayuda de Dios. Hoy llevo en mi corazón una gran familia donde tuve varios hermanos, varios padres, varias madres. Era mi base, mi gran familia. San Miguel Arcángel, gracias por todo y gracias en particular a Marco Roberto Bertoli.